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Enfados creativos

El enfado, para ser sano, debe expresarse en el momento en que se siente y hacia lo que lo provoca. Si se reprime en el momento, expresarlo luego con otra cosa solo sirve para añadir agravio al mundo. El enfado original se queda donde lo pusimos cuando no quisimos, o no pudimos, expresarlo: creando resentimiento junto con los demás enfados encerrados.

A mí estar rodeada de gente enfadada me sienta fatal. Me dan dolor de estómago. Fantaseo con la idea de conectarles a una batería para que el enfado que van regalando a diestro y siniestro se pueda usar para poner una lavadora o ver la tele. Y así compensan un poco las molestias causadas solucionándonos el futuro energético.

Cuando no puedo expresar mis propios enfados recurro al arte. Lo que mejor me funciona no es elegir un tema con el que ensañarme, que solo me lleva a la obsesión, sino transferir la energía al trazo. Convertir un sentimiento feo en fuerza indómita, como un torbellino, algo que aproveche la energía destructiva para crear. Completando el ciclo en vez de estancándolo con presas. 

Aunque, cuando el enfado es internacional, generacional y omnipresente lo único que me funciona es esconderme y pintar flores.