Hay gente que confunde la igualdad con la falta de diversidad. Argumentan que una sociedad donde fuéramos todos iguales sería muy aburrida.
Yo creo que en realidad ese argumento es una excusa para mandar sobre otros. Si los que la esgrimen tienen poder, para seguir mandando, y si no lo tienen, porque un día esperan tenerlo y así poder mandar sobre otros.
Por suerte, una sociedad clónica es imposible. Sin embargo, la falta de igualdad acaba imponiendo algo parecido. Porque el que manda hace prevalecer su estética, su punto de vista, su manera de hacer las cosas. Y acabamos en una sopa de monocultivo, parcial, homogénea, degradante, conformista y sin mucho interés.
Cuando estudié composición en la escuela de diseño, la primera estructura compositiva que aprendí fue la simétrica. Componer una imagen de forma simétrica la hace muy estable, quizá demasiado estable, hasta estática. Cuanta menos simetría tenga la composición, más dinámica será, pero también más inestable.
La clave de una buena composición está en saber crear una dinámica sin perder el equilibrio. Para ello hay que distribuir las formas y los colores de manera que se complementen, estableciendo una jerarquía visual que sirva el propósito de la composición.
Un rojo no vale más que un azul. O un cuadrado más que un círculo. Pero si se trata de retratar una fresa, quizá el rojo la haga parecer más comestible, pero el azul la hará parecer más mágica. Las fresas de un sueño pueden ser azules, pero las del anuncio de un supermercado mejor que no lo sean.
Los cuadrados ruedan peor que los círculos, pero como ladrillos construyen mejores muros. A veces necesitamos un muro y otras una rueda. Decir que el muro vale más que la rueda es una imprudencia.
A eso me refiero yo con la igualdad. Todos tenemos nuestro valor, y las circunstancias y los propósitos determinarán cómo debemos colocarnos para salir todos ganando. Y cuando oigo a alguien atacar la igualdad corro a esconderme. Porque sé que en realidad lo que está diciendo es que viene a imponerme cosas, porque no cree ni en mi valor como persona, ni en mi diferencia, ni en mi libertad.
Illustración: «Amor a primera vista» de la serie Percebes Feministas.
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