A veces la vida me destruye.
Deja un agujero quemado y negro.
Relatos inservibles, olor a vacío.
Los días se suceden con inercia hueca, sin persona dentro.
Sin energía.
.
Pero un día cualquiera, sin esperarlo, me saluda una flor, y la luz parece más amable.
Descubro tímidos rescoldos que se van animando, la noche empieza a sonreír.
Una fuerza nueva y limpia me va creciendo dentro.
Quiere salir.
Y de repente vuelo.
Acrílico sobre lienzo.
120 cm x 60 cm.
2020