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Feminista o no feminista, esa no es la cuestión

La gente tiene extrañas ideas sobre el feminismo. Principalmente por la cantidad de propaganda que existe en su contra. Esto lo escribo porque a menudo me preguntan a qué me refiero con feminismo. Y cuando lo explico veo que les acabo de contar algo que no habían oído antes. Lo cual es muy preocupante, porque el feminismo es muy antiguo, y mi versión muy normal. Ahí va.

Creo que las mujeres y los hombres somos eso, mujeres y hombres. Con más o menos pelos, cada cual con nuestras circunstancias, inteligentes o no, buenas o malas personas. Pero iguales en valor cuando nacemos seamos del sexo que seamos. Creo que debemos valorar a las personas por lo que son y por lo que hacen, no por el sexo al que pertenecen. Igual con las características de cada sexo. Ahora mismo aquí en Europa, los valores que llamamos masculinos cotizan más que los valores que llamamos femeninos. Y eso es porque se valora más a los hombres que a las mujeres. Creo que muchas de nuestras enfermedades físicas, mentales y espirituales tienen su origen en esa falta de valoración de lo femenino, tanto en mujeres como en hombres. Porque nos resta a todos armonía.

Dos ejemplos que ilustran esta diferencia de valores. El primero, el cine. Al principio en Hollywood, cuando el cine era nuevo, experimental y nadie ganaba un duro, había muchísimas mujeres productoras, directoras y creadoras. Pero esa nueva tecnología empezó a generar dinero y ganó importancia. Desde hace tiempo, las cosas serias se consideran incompatibles con las mujeres. Así que fueron poco a poco desplazadas por los hombres y borradas de la historia del cine (a no ser que se haga un curso de cine feminista, que no hay muchos). El segundo ejemplo muestra lo mismo pero en sentido opuesto, cuando una profesión se «feminiza», es decir, más mujeres se dedican a ella, la profesión pierde importancia y los sueldos caen.

Para mí estos dos ejemplos dejan muy claro que lo femenino no se valora. Y que cuando algo se valora, deja de considerarse femenino. Por eso la mayoría de las mujeres cocina, pero los chefs famosos son en su mayoría hombres. Muchas mujeres cosen ropa y todas la llevan, pero la mayoría de los diseñadores de renombre son hombres. Lo femenino no se considera importante y lo importante no se considera femenino.

Pues bueno, así perdemos todos. Se desperdicia mucho talento. Nos atascamos en etiquetas, estereotipos y restricciones absurdas cuando podríamos estar creciendo como personas y aportando al conjunto.

Si nos gusta autoproclamarnos democráticos y civilizados debemos estar a la altura. Considerar un sexo inferior o superior al otro, aparte de una memez, no es ni moderno ni democrático. No se puede creer en la democracia sin ser feminista. Yo creo en la democracia, me considero moderna, y opino que hay que valorar a las personas por lo que aportan, sean del sexo que sean. Por lo tanto, soy feminista. No creo que sea tan difícil de entender.


Illustración: «Cada día estás más abstracta» de la serie Percebes Feministas.

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