A pesar de que la figura del artista tradicionalmente ha personificado el poder de ver y hacer visible, lo cierto es que la mayoría de los artistas a lo largo de la historia han visto y han hecho ver lo que les han dicho. La producción artística de occidente es en general homogénea, conformista y complaciente.
La práctica artística existe en un contexto y utiliza elementos que tienen dimensión histórica, política y social. La producción artística da importancia a ciertos elementos y establece una serie de prioridades. Cada elección la posiciona en el mundo. El arte que se define como apolítico es como las personas que se definen como apolíticas. No existe. No es necesario que un artista sea consciente de la dimensión política de su trabajo para que éste la tenga.
Es innegable que el lenguaje de las artes visuales es efectivo políticamente. Si no lo fuese, el arte no habría sido utilizado como herramienta propagandística del sistema durante siglos. Sin embargo, para que una obra de arte sea efectiva políticamente tiene que ser coherente consigo misma.
Un arte políticamente comprometido es un arte consciente de sí mismo y de la dimensión política del mundo. El arte de compromiso es un comentario. Tradicionalmente, el arte comprometido nos propone una alternativa a la sociedad en la que vivimos o niega el orden establecido.
El compromiso en el arte no está en el contenido, sino en la forma. Arte con un mensaje abiertamente político se convierte en mera propaganda cuya información es asimilada de acuerdo a los estereotipos y prejuicios del público.
La experiencia es lo único capaz de transformar nuestra conciencia e inspirarnos a asumir responsabilidades, y la típica reacción ante una obra de arte es estética.1 Por eso es en esa experiencia donde cualquier reacción debe ocurrir.
El contenido está inevitablemente atrapado en la forma, esto es, el conjunto de técnicas, reglas, temas, estilos, etc., que un contexto histórico determinado genera. Cuando esta forma es inteligible y comprensible es cómoda, cualquiera que sea el contenido. Por lo tanto, es la forma la que determina la obra de arte.
Así, una obra de arte no puede expresar ideas no convencionales si usa métodos convencionales de expresión. La forma triumfa sobre el contenido y si éste la contradice queda anestesiado.2 La rebelión contra la forma sólo triumfa a expensas de la calidad artística.
El arte no nos enriquece como seres humanos si nos cuenta una historia que ya conocemos. Las nuevas propuestas de ver y entender la naturaleza humana y el entorno son las que hacen avanzar al arte. Para que el arte se desarrolle tiene que ser capaz de ver más allá del sistema en el que está, tiene que atreverse a mirar. Para avanzar, el arte tiene que ser capaz de salirse del marco institucional.
El tema del arte políticamente comprometido es un tema que sistemáticamente genera incomodidad en círculos artísticos. Ante la propuesta de que el arte puede contribuir activamente a mejorar el mundo, la reacción general es defensiva.
Cualquier alusión al poder del arte para mejorar el mundo que rompe con el sistema establecido es acusada de ingenua o incluso estúpida. Habitualmente la respuesta es que tener un efecto político no está al alcance del arte.
No obstante, es obvio que el arte es políticamente efectivo, como demuestra el uso que las clases dominantes le han dado a lo largo de la historia. La incomodidad probablemente provenga, no de estar realmente en desacuerdo con la propuesta, sino de lo que implica: compromiso.
El compromiso es una acción, no tiene contenido. Aunque también nos comprometemos cuando estamos de acuerdo con las ideas imperantes, dejarse llevar por la corriente es más fácil que explorar nuevos horizontes. Aun así, estar de acuerdo también implica un compromiso, aunque pase más desapercibido. No comprometerse políticamente con nada es comprometerse por defecto con lo establecido.
Ahora que el arte ya no es el intrumento de propaganda oficial del sistema, tiene la oportunidad de explorar nuevas formas de enriquecer a la sociedad en su conjunto, en vez de servir sólo a unos pocos. Al arte le ha llegado la hora de comprometerse.
- Parreño, J. M. Contra un arte por compromiso.
- Basado en las ideas de Adorno en Adorno, T. (1977) Commitment. En: Aesthetics and Politics. London: Verso.
El arte comprometido forma parte del trabajo de investigación que realicé para el Máster en Bellas Artes de Central Saint Martins College of Art and Design en Londres en 2007.
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